miércoles, 27 de abril de 2011

Mis nuevos poderes

Me siento cual heroína de película de ciencia ficción de los años 50 y como si del protagonista de "El increíble hombre menguante" se tratara, yo también, al atravesar una nube tóxica, he adquirido unos nuevos poderes que son tan reales como mi propia existencia.

Pero antes de hablaros de mis recién adquiridos poderes, quiero contaros qué me pasó, cual fue mi paso por la nube tóxica. El pasado mes de diciembre, y tras varias enfermedades que me tuvieron con antibióticos hasta 10 días seguidos (en una de las ocasiones), todo un mes de cama y otras dos tomas de antibióticos, quedé sin sensibilidad para los olores y sabores. Era algo totalmente nuevo para mí puesto que siempre había presumido de tener un gran olfato (excesivo tal vez) y mi gusto por la comida siempre ha ido más allá de la pura necesidad alimenticia. Durante más de dos meses, no conseguía sacarle sabor a nada. Todo me sabía raro. Lo más llamativo es que ya no podía disfrutar de un vaso de leche chocolateada porque me sabía a pis. Sí, si, a pis. Tal cual suena. Y mi chico se reía mucho cuando le decía "me sabe el colacao a pis" ya no me gusta. La verdad es que yo esperaba que se me pasara pronto, porque quería volver a disfrutar de los grandes sabores de siempre. pero lejos de eso, las comidas me sabían todas raras y cada vez eran más, las que me sabían francamente mal.

Además de mi anormal cambio de sabores, tenía el vientre hinchado constantemente y sufría pinchazos. Yo me decía todos los días "no estoy bien, algo va mal". Pero como mi trabajo consume casi todo el tiempo que tiene el día, pues no le estaba dando demasiada importancia. Finalmente, a las dos semanas de mi última recaída y tras un viaje de negocia a Clermont-Ferrand (Francia) volví a ponerme enferma y decidí cogerme unos días de descanso. El destino elegido fue Lanzarote. Y como compré el billete dos días antes del viaje, decidí llevar una maleta con lo imprescindible. 

A la vuelta de Lanzarote, y todavía con los sabores cambiados y el dolor abdominal incesante me decidí a ir a visitar a mi médico para contarle cómo me encontraba. Cuando le conté mis nuevos síntomas, mi médico me miró y me dijo que "no me mirase tanto" que había salido de una serie de enfermedades y que me pondría bien. 

Así que me volví a casa con mis síntomas, e intentando "no mirarme tanto", seguí con mi vida rutinaria de trabajo hasta las mil y problemas empresariales variados. Esa misma semana, y colada en mi vida por la suerte del azar, quedé con una amiga de mi época de actriz y modelo publicitaria, Victoria. 

Victoria se está recuperando de un gravisimo síndrome de intolerancia química múltiple. Me alegró muchísimo volverla a encontrar. Antes de verla, decidí volverme a duchar para quitarme el perfume que llevaba encima porque no quería molestarla. La encontré guapa, como siempre, pero sin la energía que la hacía sobre salir tanto. Hablamos de varios temas, pero el que a mí más me impactaba era cómo había cogido la enfermedad. ¿Cuándo se había dado cuenta? ¿Qué le había pasado? Ella me lo contó todo y me apuntó, como comentario final, que el perfume era puro veneno. Que nadie nos lo decía, pero era muy tóxico para el ser humano.Por supuesto, cuando hablé con ella pensé que sería tóxico para ella, que estaba enferma, pero para el resto no podía ser tan malo. 

Al día siguiente pensé en todo lo hablado y me di cuenta de que los días que había estado en Lanzarote no había moqueado ni un poquito. A Lanzarote no me llevé perfume...

Debo decir, que desde hace 7 años, moqueo todas las mañanas. Estornudo varias veces y me paso el día pegada a un pañuelo. Además, la primavera me pega bien fuerte con su alergia. Pero, qué pasaría si la culpa de mis estornudos matutinos fuera del perfume... Como no me costaba nada probé a no usarlo. Al dejar de usar perfume descubrí que dejaba de estornudar por las mañanas. Pero esa no fue la única de las cosas que empecé a notar. Aquí va la lista:
- no moqueaba
- no me molestaban los picores de nariz primaverales
- y... ¡empezaba a sacarle el sabor a las cosas!

Y aquí llega mi nuevo poder: no todas las cosas me volvían a saber como antes. Sólo los alimentos frescos lo hacían y empecé a distinguir un nuevo olor y sabor que he querido denominar: sabor a químico. Un sabor nuevo, nunca antes revelado y que nunca antes había notado. Un sabor realmente asqueroso que detecto al primer bocado que le doy a un alimento. 

Los conservantes tienen sabor para mí y los puedo distinguir con solo catar una comida. Y esta es una historia totalmente real de la que os seguiré hablando.